18 de Noviembre de 1857
Muchos parecen pensar que soy muy pobre. Esto ciertamente
es bastante cierto en un sentido, pero agradezco a Dios
somos "como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como
no teniendo nada, mas poseyéndolo todo." Y mi Dios
suplirá, toda mi necesidad, a Él sea toda la gloria. Yo
no sería, si pudiera ser, otra cosa que lo que soy -enteramente
del Señor, y usado como un canal de ayuda para otros.
El sábado 4 de
noviembre, llegó nuestro correo habitual. Esa mañana
suministramos, como siempre, un desayuno para los pobres,
que vinieron en número de setenta. A veces no son más
de cuarenta, a veces superan los ochenta. Ellos vienen
con nosotros todos los días excepto el Día del Señor,
porque entonces no podemos dedicarnos a atenderlos a
ellos y además realizar todos nuestros deberes. Bien, en
esa mañana de sábado pagamos todos los gastos, y nos
aprovisionamos para la mañana siguiente, después de lo
cual no nos quedó un solo dólar. ¿Cómo el Señor iba
a proveernos para el lunes?, no sabíamos; pero sobre
nuestra repisa colgaban dos tiras de papel escritas en
caracteres chinos -Ebenezer, "Hasta aquí nos ayudó
Jehová"; y Jehovah-Jireh, "Jehová proveerá"-
y Él nos guardó de dudar por algún momento. Ese mismo
día llegó el correo, una semana más pronto de lo que
esperábamos, y el Sr. Jones recibió un cheque por $214.
Agradecimos a Dios y tomamos ánimo. El cheque fue
llevado a un comerciante y aunque usualmente hay una
demora de varios días para obtener el cambio, esta vez
él dijo: "Envíelo el lunes". Lo enviamos, y
aunque él no pudo comprar todos los dólares, nos dejó
setenta a cuenta;; así todo estuvo bien. ¡Oh, es dulce
vivir así directamente dependientes del Señor, quien
nunca nos falla!
El lunes los pobres
tuvieron su desayuno como siempre, porque no les habíamos
dicho que no vinieran, estando seguros de que esta era la
obra del Señor, y que el Señor proveería. No pudimos
evitar que nuestros ojos se llenaran de lágrimas de
gratitud cuando vimos suplidas no sólo nuestras propias
necesidades, sino la de la viuda y el huérfano, el ciego
y el cojo, el que no tiene amigos y el desamparado,
abastecidos juntos por la generosidad de Aquél que
alimenta a los cuervos. "Engrandeced a Jehová
conmigo, Y ensalcemos su nombre a una... Gustad, y ved
que es bueno Jehová: Dichoso el hombre que confiará en
él. Temed a Jehová, vosotros sus santos; Porque no hay
falta para los que le temen. Los leoncillos necesitaron,
y tuvieron hambre; Pero los que buscan a Jehová, no
tendrán falta de ningún bien"- y si no fuera bien,
¿para qué quererlo?
Pero incluso $200 no
pueden durar para siempre, y para el día de año nuevo
las provisiones de nuevo estaban reduciéndose.
Finalmente, el 6 de enero de 1858, sólo quedó un
solitario efectivo -la vigésima parte de un penique- en
la posesión conjunta del Sr. Jones y yo; pero aunque
probados miramos una vez más a Dios para que manifestara
su gracioso cuidado. En la casa se encontró provisión
suficiente para suplir un magro desayuno; después del
cual, sin tener ninguna comida para el resto del día, ni
dinero para comprar nada, sólo podíamos acudir a Aquél
que fue capaz de suplir todas nuestras necesidades con la
petición, "Danos hoy nuestro pan cotidiano."
Después de orar y
deliberar pensamos que quizás debíamos disponer de algo
que poseyéramos para satisfacer nuestras necesidades
inmediatas. Pero mirando alrededor no vimos nada de lo
que pudiéramos desprendernos bien, y poco que los chinos
comprarían por dinero en efectivo. Podríamos haber
tenido crédito en alguna medida, podríamos haber
empleado éste cuidadosamente, pero sentíamos que eso
era inescritural, así como incompatible con la posición
en que estábamos. Teníamos, verdaderamente, un artículo
-una estufa de hierro- que sabíamos que los chinos
comprarían rápidamente; pero lamentábamos mucho la
necesidad de separarnos de ésta. Finalmente, sin embargo,
fuimos a lo de los fundadores, y después de caminar
cierta distancia llegamos al río, que intentamos cruzar
por medio de un puente flotante de botes; pero aquí el
Señor cerró nuestro camino. El puente había sido
llevado lejos durante la noche anterior, y el río podía
ser pasado solamente por medio de una balsa, cuya tarifa
era de dos monedas chinas por persona. Como sólo poseíamos
una, nuestro curso claramente era retornar y esperar la
intervención de Dios mismo a favor de nosotros.
Después de llegar a
casa, encontramos que la Sra. Jones había ido con los niños
a comer a la casa de una amiga, de acuerdo con una
invitación aceptada previamente hace algunos días. El
Sr. Jones, aunque estaba incluido en la invitación,
rehusó ir ahora y dejarme comer solo. Entonces nos
pusimos a trabajar y buscamos cuidadosamente en las
alacenas; y aunque no había nada para comer, encontramos
un pequeño paquete de cacao, que, con un poco de agua
caliente, nos reanimó algo. Después de esto nuevamente
clamamos al Señor en nuestro apuro, y el Señor oyó y
nos salvó de todas nuestras angustias. Mientras todavía
estábamos sobre nuestras rodillas llegó una carta desde
Inglaterra conteniendo un envío.
Esta oportuna provisión
no sólo satisfizo la necesidad inmediata y urgente del día;
porque en la segura confianza de que Dios, de quien éramos
y a quien servíamos, no avergonzaría a aquellos cuya
verdad completa y única estaba en Él, mi casamiento había
sido preparado previamente para tomar lugar sólo catorce
días después de esta fecha. Y esta expectativa no fue
desilusionada; porque "los montes se moverán, y los
collados temblarán; mas no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará." Y
aunque durante los años subsecuentes nuestra fe fue
puesta a prueba frecuentemente, y a veces severamente, Él
siempre se probó fiel a su promesa, y nunca permitió
que careciéramos de cualquier cosa buena.